martes, 25 de diciembre de 2012

Año Mariano, de la indignación a la esperanza

Comenzamos el año del Bicentenario de la Pepa con la indignación como bandera. Veníamos del cierre de la era Zapatero con las primeras acciones de gobierno fuera de programa. Aquel " no os fallaré", nos falló; de los brotes y desaceleraciones, se pasó a una reforma de la constitución de forma acelerada e incomprensible. Y es lo que tiene, cuando se traiciona la esperanza, cuando solo se está focalizado a gobernar y esto se hace mal, la gente retira su confianza, y o se la da a otros, o simplemente se la queda cada uno para si. Pocos creímos a Mariano, pero el momento le fue propicio. Y más por desconfianza hacia unos, que por confianza hacia otros, se monto la gran mentira, promete promesas, lo que sea, da lo mismo. Pon encima de la mesa los errores del adversario, mientras promete que tu eres lo contrario. Así, de esta forma, se consigue situar en la presidencia del gobierno de esta España, al presidente con menos capacidad de comunicación, al presidente mas gris y que menos trasmite que haya habido en nuestra historia reciente.

Y semana tras semana, mes a mes, empieza a transcurrir un año, que si hubiera que definir de alguna manera, podríamos llamarle el año del incumplimiento. Del incumplimiento de las promesas, del incumplimiento de la verdad, del incumplimiento de lo positivo. En un año, más de ochocientas mil personas son lanzadas al paro; en un año, se rescata sin el mas mínimo pudor a los responsables directos de la crisis con cargo a todos, pero sin ninguna responsabilidad; en un año se pone en marcha la privatización de los servicios que pagamos, pero que a partir de ahora volveremos a pagar a la vez que producen dividendos para empresas amigas. En un año asistimos a una especie de representación de una tragedia griega, de la que presumimos su final, un final trágico, que lo vemos venir, pero al que ya se han encargado de teñirlo como inevitable. Por si acaso, y en paralelo, se ponen en marcha, lo que podríamos llamar medidas de acompañamiento.

Y me refiero a esas medidas que lo único que pretenden es el demostrar que es imposible oponerse solo o en compañía al curso de los acontecimientos. Multas a diestro y siniestro por salir a la calle, cargas y descargas. En la proximidad, denuncias como la del concejal Romani contra Pedro Perez por intervenir en un pleno, dice que se sintió amenazado. Quizás se sienta amenazado porque Pedro es una de las personas, que día a día, pide trabajo en las puertas del Ayuntamiento. O la detención de una de las personas que desde la Plaza del Palillero denuncia inmuebles y edificios vacíos en Cadiz. O el subdelegado del gobierno en Cadiz, si, al que le roban 400 quilos de cocaína, mientras que su preocupación es coleccionar denuncias por coartar la libertad de manifestación.

Y como en la poesía de Cesar Vallejo, "el cadáver, ay, siguió muriendo". Y es que durante este año mariano, han salido a la luz suicidios de desahucios, y con el ERE como arma, se apunta, como francotiradores, a la nuca de miles de trabajadores. La investigación científica es invitada a conocer mundo a la aventura. Y mientras tanto, "el cadáver, ay, siguió muriendo". Y en ciudades como Cadiz, que llevamos algún año de ventaja en esto del paro y juventud fuera de los circuitos de futuro, ya están en la calle las nuevas viejas realidades de la marginación social, de la exclusión.

Lo peor de esta situación, no es tanto su resultado inmediato, a corto, que es malo sin duda, casi es peor lo irremediable que se considera, la indignación o se canaliza hacia la esperanza, o se convierte en aliada del conformismo. En este sentido, o se es capaz, o somos capaces de reconocer en el igual la posibilidad de seguir adelante, o estaremos abocadas como personas al abismo individual y colectivo.
El otro día preguntaban a M. Castells si era posible de pasar de la indignación a la esperanza, éste reconocía como única posibilidad de hacer este recorrido, si somos capaces de salir mas allá de nuestro circulo inmediato, que la esperanza estaba relacionada con nuestra propia capacidad de unir y relacionar nuestro yo con otros yos parecidos a nosotros. No es fácil, la propia frustración nos lleva directamente al desanimo, pero por eso mismo la solución está en juntar indignaciones, y de esta relación surge la solidaridad en horizontal y se construye la mirada hacia delante.

Después de este año Mariano, creer que la solución está en esperar a "los buenos" equivale a no esperar, sobretodo porque no sabemos donde están "los buenos", ni tan siquiera si existen. El mundo, nuestro entorno ha cambiado, se han desmoronado esquemas, métodos, hasta derechos que creímos consolidados. Eso si, sabemos que ni estamos solos, ni somos los únicos que padecemos las consecuencias de esta situación. Entonces busquemos la mirada cómplice en el otro, busquemos a esas personas que como nosotros se indignan, pero que no están, no estamos, dispuestos a bajar la cabeza sin mirar a los ojos. Compartir hoy indignación ya sea directamente, ya sea en red, es empezar a compartir futuro, esperanza.

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