lunes, 28 de octubre de 2013

Con la memoria en el bolsillo

Aparecido en el diario de la bahía de Cádiz del lunes 28 de octubre


-Próxima estación Vodafone Sol-,

Fue la palabra mágica que hizo levantar la vista a una buena parte de los viajeros del vagón del metro de sus teléfonos móviles. Entre que la megafonía del Metro de Madrid nunca ha sido su punto fuerte, y la agudeza auditiva, que como todo, con los años pierde finura, Felipe no llegó a entender, porqué se mezclaba una compañía de telefonía con la estación de Sol, pero descubría a través de ventanas y puertas del vagón los rótulos que confirmaban que el nuevo nombre de la estación de estaciones era Vodafone Sol.

Menos mal que la salida a la calle Carretas seguía estando en el mismo sitio, justo en la fachada de la a DGS -(Dirección General de Seguridad) reconvertida, como la propia estación del metro, en sede del Gobierno Regional. Cuando subió a la calle, descubrió una acera con gente que creía que por andar más deprisa no se mojaría. Ya en la calle Carretas, a apenas cinco metros de la esquina observó, como parte del agua que caía de un canalón, se introducía por un pequeño agujero en la ventana situada casi al ras del suelo, y como ni el agua ni los recuerdos tienen huesos, la memoria de Felipe siguió el camino del agua al interior del edificio.

Tenues y perpetuas luces, sonidos metálicos de cerrojos y puertas al abrirse o cerrarse, un olor ácido a sudor de días y salchichas cocidas con puré de patata, insinúan el recorrido de largos pasillos grises, con puertas grises que esconden silencios y algún gemido sin ritmo.

- !Guardia, quiero mear¡
- ! Que no soy un guardia, que soy un agente¡

De rodillas y apoyando la cabeza entre ellas, Felipe con diecinueve años, deja las plantas de los pies al aire. Una porra golpea sistemáticamente talones, dedos, toda la superficie está a su disposición. Es el quinto día de estos juegos, es el quinto día de visita al médico después de la sesión, que administra con desgana Tantum ( antiinflamatorio) para reparar los desaguisados....

Alguien desde una celda próxima silba " la estaca",

"Si yo tiro fuerte por aquí,
y tú tiras fuerte por allí,
seguro que cae, cae, cae,"

pronto escucha dos, tres, cuatro silbidos al mismo ritmo, él también silba, mientras piensa en los dos que dejó arriba preparados para su búsqueda. ! Vamos a dejar de silbar! Son las tres de la mañana, grita el guarda-agente....

El sonido de las llaves chocando entre ellas, el siniestro ruido de las esposas y la dirección de las pisadas anuncian que se aproximan a su puerta, se abre, mientras escucha, "vamos para arriba". Hoy el guardia-agente le sirve de muleta, los pies casi no aguantan ya al cuerpo. Al pasar por delante de una de la puertas puede ver a Rafa, se cruzan una larga mirada que se convierte en un gran abrazo sin contacto físico, en un llanto sin lágrimas,......

Veinticuatro bofetadas.
Veinticinco bofetadas;
después, mi madre, a la noche,
me pondrá en papel de plata.

Guardia civil caminera,
dadme unos sorbitos de agua.
Agua con peces y barcos.
Agua, agua, agua, agua.


Zombi ante una puerta que abre una mujer rubia con cara de terror al ver un muerto viviente, sin mediar palabra desaparece la escena, allí donde los Ángeles y San Cristóbal se unen y forman un barrio de Madrid.....

Felipe, sin zapatos, sin mirada, sin pensar, sin siquiera aire que respirar, sentado en una esquina oscura de un catre maloliente sueña que todo acaba, que su libertad está en la cárcel de Carabanchel......., pero cambia de opinión y se convierte en recuerdo, se convierte en memoria con agujeros. Y como la memoria, los recuerdos no tienen huesos, lucha contra la corriente del agua de lluvia, sale por el mismo pequeño agujero en la ventana por el que entró, y va a dar a la calle Carretas.

Trabajo le cuesta a la memoria alcanzar a Felipe, que casi esta ya en la Plaza de Benavente, mirando el letrero del teatro Calderón, hasta hace poco tenía nombre de helados y hoy se llama Caser Calderón, al que sinceramente desconozco, el más famoso Calderón se llamaba Don Pedro.

Ya con la memoria en el bolsillo derecho del pantalón, Felipe y recuerdos ponen rumbo hacia Antón Martín por la calle Atocha.

Nota.- En la Dirección General de Seguridad actuaba la Brigada Político Social, en los sótanos del edificio (hoy sede del Gobierno de Madrid) se encontraban los calabozos, donde los detenidos esperaban para ser interrogados durante días.









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