lunes, 14 de marzo de 2016

Joaquín y Milagros






El salón, de tamaño medio, ocupaba la parte central de la casa y era el paso obligado para pasar de la puerta de la calle al cuarto de estar. Trayecto que casi siempre se hacía sin encender la luz, ya que la iluminación tenue y parpadeante de una mariposa, así como el conocimiento de muebles y puertas, lo  hacían innecesario. 

En la mesa, pegada a la pared, que hacía las veces de mueble aparador y altar, una colección de fotos de hijos, nietos y bisnietos configuraban el resumen de esta pareja octogenaria, y en la pared a modo de retablo, presidiendo este altar semilaico, un póster en blanco y negro de Dolores Ibarruri con una amplia sonrisa, saludaba a todos los que, casi a tientas, cruzaban el salón.

La mariposa alumbraba una vieja postal prendida con una pinza de madera a una foto, la postal de la Virgen del pueblo, la foto, de la nieta más pequeña, muchas veces le he preguntado por la razón que, a una persona atea y comunista,  tenía este altar montado, y siempre me respondía lo mismo, 'daño no hace, y quizás algo ayudará a mi chica pequeña, tres años ya en Londres.

Un día que pasaba lo consideraban un día ganado, en lo que los dos creían que ya vivían en tiempo de descuento. 'Si no te creas, no queremos morirnos, pero si alguna vez, a uno de los dos nos pasa algo, darnos un golpe en la nuca al otro y nos metéis en la misma caja, así sale más barato el entierro', decían casi siempre en los postres de cualquier comida familiar . Aparte del instinto por seguir viviendo, los dos sabían que su función de cuidar a la descendencia no les permitía desaparecer, cada mes, el mismo día que él cobraba la pensión, un giro salía para Londres a nombre de la nieta, y aunque parezca mentira, esto les hacía seguir queriendo levantarse cada mañana.

Por lo demás, seguían  el día a día, no sólo del país, también internacional; la política, lo social, 'el cotilleo de los VIP' lo manejan como nadie. Llaman a la gente por su nombre de pila, es Pedro, es Albet, es Nicolás, excepto Garzon, a quien cada vez que se refieren a él, le llaman 'mi chico', entre la lastima y el cariño. Pero si no se acuerdan del nombre, o hablan entre ellos, utilizan el código de los motes, el cara bollo si hablan de Maruhenda, la bruja si se refieren a Aguirre, el maniqui si es a Pedro Sánchez al que se refieren... Y hasta participan de los coloquios, discusiones y broncas televisivas desde el sofá, alguna llamada a urgencias han hecho, porque, la verdad, participan de corazón, y la tensión y pulsaciones no están para muchas broncas..., lo peor es que sus ventanas al exterior son telecinco y la sexta, y eso les hace a veces distorsionar la realidad.

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